PERÚ PUEDE CRECER PERO NO DESARROLLAR


Todos los analistas coinciden en que la macroeconomía está razonablemente bien, pues la economía tiene cifras económicas mejores que las del resto de América Latina. Y esto a pesar del crecimiento de solo 2.5% este 2019. Crecemos poco, pero la inflación y las finanzas públicas están controladas con un bajo nivel de deuda pública. Sin embargo, lo que nos preguntamos es ¿por qué no se reflejan en una mejora en el bienestar? ¿Cómo puede coexistir cierta estabilidad macroeconómica combinada con un malestar a nivel de la población? Corrupción, inseguridad, ausencia de empleos adecuados y baja productividad, entre otros factores pintan un panorama distinto.
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Lo que sucede es que los resultados económicos no son un fin en sí mismo, sino un medio, que puede servir para aumentar el bienestar. Y digo “puede” porque hay muchas economías con buenos resultados económicos y mediocres resultados sociales. En términos más formales, “lo económico” es una condición necesaria pero no suficiente para elevar el bienestar. Una economía puede atravesar por una fase de crecimiento, medido por los aumentos en el PBI, pero no desarrollar, es decir, aumentar la calidad de vida de la población. El crecimiento tiene una connotación material (producir más), mientras que el desarrollo está vinculado con el bienestar.
En paralelo debemos tener presente que gran parte del alto crecimiento económico del período 2003-11 (a excepción de 2009) se debió a condiciones externas favorables, reflejadas en altos precios de las materias primas. Sin embargo, la historia muestra que los precios de las materias primas están sujetos a ciclos, pues combinan períodos de alza y caída. Por eso la desaceleración del período 2013-18.
No se pueda sostener el crecimiento sobre la base de un factor que depende de la economía mundial y que por ende no se controla dentro del país. Aun así, el ciclo de precios altos de las materias primas, que comenzó en 2002 permitió una tasa de crecimiento promedio anual de 5.8%, entre 2002 y 2011, la mayor en más de tres décadas. Otro factor que ha contribuido con el crecimiento es el auge crediticio iniciado en 2005, que también tiene un límite dado por la capacidad de endeudamiento de las familias
¿Y qué efectos tiene el crecimiento? Por un lado, si las empresas producen más, el gobierno recauda más y por lo tanto, aumenta la capacidad de gasto del Estado; por otro y dependiendo de los sectores que lideren el crecimiento, genera empleo, aunque aquí cabe la siguiente pregunta: dado el nivel educativo del Perú, ¿ existe una fuerza de trabajo “empleable” a sueldos y salarios crecientes?

Entonces, ¿qué ocurre?; en primer lugar, el hecho que el Estado tenga dinero como consecuencia del crecimiento, no significa que sepa cómo gastarlo; más aun, los gobiernos
municipales, regionales y ministerios devuelven altos porcentajes del dinero que tenían para gastar; está claro entonces que una de las grandes reformas ausentes en los primeros 19 años del siglo es la del Estado; en segundo lugar, los efectos de las políticas sociales no se ven en el corto plazo sino en el mediano y largo plazo, suponiendo que hayan estado bien diseñadas e implementadas y no alteradas cada nuevo gobierno que llega al poder. En tercer lugar, existe un alto nivel de desigualdad, no solo de ingresos sino también de oportunidades. En cuarto lugar, el Estado no está garantizando un acceso a servicios básicos de calidad, como educación y salud, que son centrales para sostener el crecimiento y cruciales para elevar el bienestar. En quinto lugar, la infraestructura es deficiente, en especial en la conexión entre sectores rurales y los mercados. En sexto lugar, la corrupción en instituciones básicas, como el poder judicial. En séptimo lugar, la productividad es muy baja. En general, las instituciones no funcionan.

No pretendo ser más extenso en la lista, pero ¿usted cree que así es posible desarrollar? Naturalmente que no; lo que complica más el asunto es que aún si se comenzaran a atacar los problemas mencionados, los resultados no se verían de manera inmediata. Como consecuencia, los gobiernos cuando ven cómo se reducen sus niveles de aprobación, optan por medidas populistas para calmar a la población y también por ceder ante las presiones de grupos organizados; quien más presiona a través de huelgas, obstrucción de carreteras y similares, tiene mayores probabilidades de ser escuchado. Democracia no es igual a desorden, pero ¿hasta cuándo serán tolerables los problemas descritos líneas atrás? Pienso que debemos entender que lo que requerimos es una estrategia de desarrollo y no solo de crecimiento, que trascienda al gobierno de turno. Sin un Estado que funcione, es decir, que cumpla con sus tareas básicas, no es posible extender los beneficios del mercado.

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