LOS BUENOS NECESITAMOS ARMAS


Cuando los malos saben que la gente de bien está desarmada, porque la ley así lo ordena, tienen el camino libre para atacar a los buenos

La famosa Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de América protege el derecho del pueblo estadounidense de portar armas. En varias ocasiones esta parte de la Carta de los Derechos que establece que ni el gobierno federal de los Estados Unidos, ni los gobiernos estatales o locales, pueden actuar en contra de ese derecho, ha sido puesta en discusión, pero la Corte Suprema, fiel al pensamiento de los padres fundadores, ha dejado en firme esa posición.

¿Y por qué los padres fundadores se aseguraron de que en Estados Unidos se garantizara el derecho de los individuos a portar armas? Las razones son varias: tumbar a un Gobierno no constitucional, no obstaculizar el derecho natural a la autodefensa y permitir a la gente organizar sistemas de milicia, son los puntos fundamentales.

Del primer punto no se suele hablar mucho cuando se trata de armas, pero es fundamental. Una de las principales estrategias de los socialistas para permanecer en el poder es quitarle las armas a la población. Si un político defiende el libre porte de armas es porque él no tiene intenciones de instaurar una tiranía.

En Rusia en 1918 Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, saca un decreto en el que ordena a la gente que entregue armas de fuego, espadas, bayonetas y bombas. La pena a quien no obedeciera era de diez años de prisión. Eso sí, para los miembros del Partido Comunista la norma era diferente, se les permitió tener un arma por persona con previo registro en el libro de membresía del partido.

Ya sabemos la muerte y miseria que sobrevino a los rusos en los años siguientes por cuenta del socialismo. Y es que como dijo Lenin: “Un hombre con un arma puede controlar a cien sin ellas”.

Otro “ilustre” socialista, Mao Tse Tung, dijo: “Todo buen comunista debería saber que el poder político crece en el cañón de un arma. El partido comunista debe controlar las armas”. Así fue y se estima que con su “gran salto adelante” mató a 14 millones de chinos. Y entre purgas, guerras y hambrunas, algunos estiman que es responsable por la muerte de 70 millones de personas.

En Venezuela, en 2012 Hugo Chávez decidió ilegalizar la comercialización e importación de todo tipo de armas de fuego y municiones. El gobierno utilizó la excusa de un “plan general para reducir la tasa nacional de homicidios”, una razón igual a la que dan en Colombia los que quieren prohibir el porte de armas. El ministro de Interior y Justicia de ese momento, Tarek El Aissami, dijo a los medios:

“Ya nadie va a poder tener armas nuevas. La venta de armas solo se hará para los cuerpos de policía y para nuestras Fuerzas Armadas. La tendencia es hacia desarmar a la población civil. En Venezuela nunca existió control sobre las tiendas de armas, que inclusive podían importar directamente desde las casas del fabricante. Las armas se vendían sin control. Eso es algo propio de la lógica del capitalismo”.

Ese mismo año Chávez también decidió suspender la tramitación de nuevos permisos de porte de armas para los civiles y comenzó a realizar un registro de las armas que se encontraban en manos de ciudadanos. Hoy, la gente que en ese momento aplaudió las medidas, y le creyó al gobierno que se trataba de una estrategia para bajar los índices de violencia, pide ayuda internacional porque no tiene armas para defenderse de la tiranía chavista.

Los padres fundadores de los Estados Unidos de América tenían claro que en el momento en que el pueblo se quede sin armas, se queda sin cómo defender la libertad del acecho de los tiranos. La población estadounidense sigue con este pensamiento, en 2016, el 76% de los estadounidenses se oponía a la derogación de la Segunda Enmienda, en 1960 esta cifra era solo del 36%

Los hombres libres tienen armas, los esclavos no. Y en estos tiempos, en los que casi todos los países de la región tienen un político totalitarista, con posibilidades de llegar al poder, entregar las armas, e incluso aplaudir que nos las quiten, es una estupidez monumental. Para terminar este punto, le pregunto al lector: si el Maduro de su país llegara al poder preferiría que usted y su familia estuvieran armados o desarmados.

Luego hay otro punto fundamental, este sí más discutido, y es la necesidad de tener armas para defenderse del crimen común, de los ladrones, asesinos, violadores, etc. El solo hecho de que en una sociedad se permita el libre porte de armas, o que por lo menos haya unas condiciones razonables para poder tener un arma, ya cambia todo el panorama. En un país en el que es muy probable que la gente tenga armas, será menor la posibilidad de que alguien se atreva a robar o a cometer algún crimen.

Cuando los malos saben que la gente de bien está desarmada, porque la ley así lo ordena, tienen el camino libre para atacar a los buenos. Pero, además, la situación no es solo la dificultad que enfrentamos los buenos para armarnos legalmente, sino también que hay todo un marco jurídico que parece creado para proteger a los malandros.

Si algún ciudadano, intentando evitar los comunes robos en los semáforos, atropella al ladrón, en la mayoría de países de Latinoamérica termina metido en un problema. Si le dispara al malandro que entra a su casa a robar, también tendrá que pasar por interminables trámites legales y es bastante probable que sea encarcelado. Las leyes desarman a los buenos, que son los que acatan las reglas, pero además defienden a los malos y pisotean el derecho natural a la defensa propia.

Dentro del plan de gobierno de Jair Bolsonaro, en Brasil, está crear toda una coraza jurídica para proteger legalmente a quien defiende su propiedad o la de terceros. Y en ese sentido precisamente es en el que hay que avanzar, es una humillación y una sentencia de esclavitud que se castigue a quien se defiende. En este momento, es casi toda la región, los buenos estamos desarmados pero, además, si intentamos defendernos somos castigados por el Estado.

Ahora bien, las medidas que toman los políticos como Iván Duque, supuestamente para proteger a la gente de bien, no es que sean insuficientes, ¡son ridículas y contraproducentes! Prohibir el porte de armas no evitará que los malandros dejen de tenerlas, son delincuentes, si están dispuestos a infringir la ley para robar y matar, ¿no lo van a hacer para conseguir un arma?

No creo que sean muchos los criminales que al ver que está prohibido el porte de armas desistan de cometer su delito. Cuál cree usted que es la probabilidad de que un hombre que quiere robar, matar o violar, diga: no lo haré porque el porte de armas es ilegal. Eso no ocurre…

Lo que sí ocurre es que cuando los políticos prohíben las armas, los delincuentes saben que pueden hacer sus fechorías libremente porque la gente de bien no tiene cómo defenderse. Por ejemplo, no es casualidad que todas las masacres que han ocurrido en la historia de los Estados Unidos han sido perpetradas en lugares “gun free”. Cuando criminales han intentado atacar en sitios donde la población está dotada de armas no han tenido éxito.

Para terminar me gustaría recordarle a quienes creen que el libre porte de armas hace más violenta a una sociedad que hay lugares como Suiza o Islandia, en los que la población está fuertemente armada, y la tasa de homicidios es de las más bajas. Los delincuentes saben que sus malas acciones probablemente tendrán consecuencias.

En EE. UU. se puede encontrar estados y ciudades en los que comprar armas es muy fácil y los niveles de homicidio son bajísimos. Incluso está la increíble historia de Kennesaw, ciudad del estado de Georgia, donde antes de 1982 los niveles de violencia eran muy elevados, motivo por el cual las autoridades decidieron establecer una ley según la cual todos los hogares deben tener un arma.

El resultado de tal medida, contrario a lo que muchos progresistas, -y en Colombia incluso miembros del Centro Democrático creerían-, fue una dramática caída de la tasa de crímenes que en la actualidad continúa siendo una de las más bajas de todo el país.

Mientras tanto, resulta que la propuesta estrella de los políticos de prohibir las armas no tiene ningún resultado, en México está prohibidas las armas y es un país supremamente violento, igual que Nicaragua, El Salvador, etc.

Ni en Colombia, ni en ningún lugar del mundo, la prohibición de armas de fuego hace que el delincuente desista de cometer el crimen, si así fuera todos los países en donde se prohíben las armas serían lugares pacíficos. Pero más sencillo aún, si los delincuentes siguieran las normas, no habría asesinatos.

Mientras tanto, en lugares donde hay violencia, como ocurría en Kennesaw, permitir a los buenos que se armen no solo es lo correcto, porque cada quien debe tener derecho a defenderse, sino que es efectivo.

Quisiera ver si alguien se atreve a atacarme en una situación hipotética en la que el gobierno de Iván Duque haya entendido algo tan básico y pueda caminar por las calles de Colombia con una pistola en la cintura como lo pueden hacer los texanos.

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