LA BURLA MAIS GRANDE DO MUNDO



Odebrecht: ¡Hasta cuando tenemos la razón perdemos!

Es indignante ser un maniatado espectador de la forma como juegan con el país: 610 millones de soles de reparación civil es una absoluta bufonada para el daño exponencial causado por Odebrecht en el Perú. ¿Acaso los fiscales han olvidado que también son abogados y que la indemnización está destinada a compensar los daños y perjuicios ciertos y comprobables, ocasionados por los actos dolosos del corruptor?

¿Es que las coimas pagadas a funcionarios, los sobreprecios siderales en obras públicas, además de la larga lista de delitos cometidos por estos felones están valorizados solo en ese monto diminuto? Casi resulta un insulto, con el agravante de que será pagado en el plazo de QUINCE AÑOS.

De los 60 millones de dólares que pretendían pagar cuando Katherine Ampuero era procuradora a los actuales 180 millones parecería que se ha dado un avance, pero es absolutamente engañoso. Siguen contratando con el Estado peruano, lo cual les garantiza el flujo de liquidez para pagar la diminuta suma comprometida.

Nuestra memoria es tan frágil: el exministro de Justicia Salvador Heresi declaró en el mes de junio pasado que la procuraduría calculaba la reparación en cerca de US$1500 millones de dólares. ¿No estaba en ese momento el procurador Jorge Ramírez, el mismo que hoy parece satisfecho con la irrisoria suma de 610 millones de soles?

Vicente Zevallos declaró hace pocas semanas que con la venta de la Central Hidroeléctrica de Chaglla Odebrecht recibiría US$640 millones, de los cuales destinaría la mitad (US$320 millones) a pagar la reparación al Estado peruano. No he escuchado protestar al ministro por los 140 millones de dólares de diferencia: calladito acató todo el compromiso de la Fiscalía. Tampoco creo que levante la voz; se escuda en la independencia de poderes aunque –al igual que el presidente o sus ministros corifeos cuando les conviene– nada lo detiene a la hora de enmendarle la plana al Congreso o al más pintado que se les ponga delante. Son los maestros de la prepotencia dosificada.

Luego de Brasil, Perú ha sido el más impactado por los sobornos de Odebrecht; sin embargo, los brasileños hoy deben estar celebrando. Imagino que habrán ofrecido el sol y la luna porque han logrado convertir la REPARACIÓN en un monto simbólico. ¿Reparación? Habría que dejar de usar ese término porque de ninguna manera esta suma compensa o alivia los daños y perjuicios ocasionados por esta organización criminal.

Además, no solo se trata de los sobornos y sobreprecio, sino de la descomposición de toda una sociedad en manos de un corruptor que se aprovechó de sus debilidades y carencias. Cuesta reconocerlo, pero uno de los grandes problemas de los peruanos es nuestra vocación de ventajistas y venales.

Nuestra mala fama ha trascendido y a Odebrecht no le debe haber costado mayor esfuerzo tender su red de corrupción con las innumerables empresas y entidades afectadas, en esta generosa tierra fértil para la inmoralidad.

Y es muy lamentable para un país pobre. El Gobierno acaba de declarar en emergencia cinco regiones (Apurímac, Cusco, Junín, Ayacucho y Huancavelica) por los estragos sufridos estas últimas semanas con la baja de temperatura y el stress hídrico. Es gente que vive con menos 338 soles al mes, pero así y todo nos piden que agachemos la cabeza ante un monto tan diminuto de reparación y que acatemos la sagrada palabra de los fiscales del equipo especial del caso Lava Jato.

Intentando encontrar explicaciones, pienso que no tenemos el peso como país para exigir una reparación verdaderamente justa y por eso tenemos que conformarnos con las migajas que nos ofrecen. ¡Hasta cuando tenemos la razón perdemos!

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