PATRICIA DEL RÍO: LA DICTADURA DEL ‘WASÁ’



Desde el “hola hermanito”, hasta “ya, así quedamos, me mandas un wasá” escuchamos a jueces, a fiscales, a empresarios emergentes, a dirigentes deportivos, a congresistas, convocar reuniones, encumbrar carreras judiciales, arreglar sentencias, redactar ‘speeches’, hacer convenios, buscar el himen, pedir recetas de cebiche de pato y una mezcolanza de comportamientos que van desde lo ridículo, lo que colisiona con la ética y lo que a todas luces son comportamientos delictivos.

Las investigaciones llevadas a cabo por IDL-Reporteros, “Panorama” y “Cuarto poder” (por citar a los medios que están manejando más información) están impulsadas por periodistas que, más allá de sus diferencias, han demostrado que están en busca de la verdad, pese a quien le pese. Salvo los congresistas mencionados que tienen filiación política clara, la mayoría de los personajes involucrados en los audios (legales y no armados ni falseados) son miembros del sistema de justicia a los que la población no conoce bien, ni asocia con la derecha o con la izquierda, y no tiene idea, ni le interesa, si son amigos de la DBA o de los caviares.

A cada uno de esos ciudadanos a los que la justicia le ha sido esquiva, le importa un rábano el discurso maniqueo y ridículo sobre si esta es una ofensiva caviar que quiere destruir al fujimorismo. A cada peruana que ha tenido que contar cómo la violaron frente a una jueza que se limaba las uñas, le importa un pepino si el fiscal Chávarry votó por Keiko en las últimas elecciones o si su candidato fue Acuña. A cada menor abusado por su padrastro al que interrogan sin ningún cuidado le vale madre si los apristas están con paranoia por la ley Mulder y ven en todo venganzas.

Porque justamente eso NO es lo importante. Si fuéramos una sociedad que busca funcionar civilizadamente, nos indignaríamos todos con el ladrón, no con quien lo señala. Si tuviéramos un sistema político decente encontraríamos entre nuestros congresistas un discurso medianamente común y coherente con respecto a quiénes deben ser separados, investigados y sancionados. Si a alguien le importara qué pasa con ese ciudadano que se rompe el alma todos los días trabajando, los pleititos cojudos de las redes sociales defendiendo al mentiroso del fiscal de la Nación no se darían simplemente por un mínimo sentido del pudor.

Pero no. Estamos más preocupados en convertir uno de los escándalos más groseros sobre cómo funciona la justicia en nuestro país en un pleito egoísta y egocéntrico que busca defender cuotas de poder que se negocian en un chifa a cambio de unas entraditas pues hermanito, tú me entiendes, ¿no? Mejor te mando un ‘wasá’…

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