LA MEMORIA, LA HISTORIA Y EL OLVIDO EN LA CINTA “PARAÍSO” DE HÉCTOR GÁLVEZ


Por: Josué Barrón

Paraíso (2009) (Formato: 16 mm / Duración: 87 min) cinta dirigida y escrita por Héctor Gálvez y protagonizada Joaquín Ventura, Ylliana Chong, José Luis García, Gabriela Tello, William Gómez. Cuenta la historia de cinco jóvenes que moran un asentamiento humano que tiene las características que son ayacuchanos desplazados por la guerra interna. La denominación del lugar guarda la simbología del “final del sufrimiento” y la llega a “la tierra prometida”: el “paraíso”, después de salir del “infierno” que simboliza los actos de la guerra interna.

En el relato no existe ninguna referencia hacia el pasado “trágico” y si existe atisbos todo queda inconcluso, en duda, fuera en enfoque principal o silencios en los personajes. Solo se confronta un presente poco satisfactorio en los habitantes y protagonistas como tampoco se sientes identificado con “el territorio”, “su tradición”, “sus saberes” que tratan de impulsar sus padres.

Por ello, en la cinta se privilegia los planos muertos, una distancia cuando se quiere construir su problemática, el detalle en actos u objetos, sugerencia a la simbología y especial atención a espacios comunes que restriegue el espacio en el cual se desarrollan los personajes y “imaginariamente” trazan como parámetros para “no salir del “su propio paraíso” carente de sueños. En torno a este punto la cinta delimita muy bien “el territorio “de acción como lo plantearía Foucault: un concreto y otro subjetivo.

El primero se centra en cuatro referencias topográficas recurrentes: el árbol como simbología de la infertilidad del lugar pero a la vez la esperanza “de sobrevivir en esas nuevas tierras”, la tumba del amigo muerto que nos reformula la idea violencia que vivieron sus padres, las huacas abandonas que se relaciona con la tradición andina pero también con el respeto a la historia con acto de perennizar la memoria. El problema de estos “lugares ceremoniales” se encuentra “huaqueados” y, más aun, se anhela encontrar uno que no ha sido para poder salir del territorio demográfico concreto. Entonces el sacrilegio se reescribe como “el vehículo” para que estos “construyan un imaginario” en cual se vislumbre la felicidad o “el otro paraíso” (Miraflores). Finalmente se insiste en “esquina” como lugar común de reunión, trama, drama y satisfacción coital.

En torno al espacio “imaginario” se centra entre la figura de la cara del inca que domina las alturas y es el “puente” entre el cielo y la tierra” pero también el referente de los cerros que los rodea y el principal motivo por lo que no pueden salir del “paraíso”. El otro límite “imaginado” es “la memoria” que es restringida, difusa, negada, fragmentada y silente, y es representada “el padre muerto”. Esta imagen icónica para la adolescente es importante al protagonista para construir du identidad, situarse en su territorio y reafirmarse en el su presente. Por ello, en la cinta la protagonista no tiene un punto de partida ni llega. Solo hace un vago recorrido y es el principal motivo para denotarnos la “búsqueda de aquella verdad” que nunca encontrará. Esta interrogante que se hace la protagonista e insiste que su madre le otorgue respuesta es detonante en el espectador porque nos hace construir un protagonista infértil, apátrida y sin ninguna historia pasada.

Este descentramiento nos invita a descubrir en el transcurso de la película que “no posee memoria”. Es entonces la cinta toma la vía de un “texto memorial” donde el espectador y el personaje van a transitar del presente al pasado con el fin de construir su ser y así caminar sobre la senda de lo establecido aunque este sea un territorio de la ficción porque en la cinta no se menciona ni se da solución. De esta construcción del ser se van a desprender dos conceptos: la memoria y el olvido.

Comprendo la idea de memoria como la invasión del pasado sobre el presente, ejercicio de la voluntad presente volcada hacia el pasado; en tanto el olvido como suspensión y omisión de impresiones sobre la vida. Asimismo, ambas facultades son entendidas como procesos que emergen tanto en el cuerpo orgánico como en el cuerpo social, en el individuo y en la comunidad. La memoria aspira a dominar, a imponerse, a extenderse, a afirmar la diferencia, a separarse, a decir sí a la vida, mientras que el olvido garantizar su conservación, a reprimirse y negar la vitalidad. El olvido en la cinta funciona como una facultad que ha sido interrumpida a consecuencia de “algo” que el espectador desconoce y es el principal móvil para su descubrimiento en el transcurso de la película que no llega a construir y otorgar solución.

En torno al tema de la memoria en el film se presenta como un presupuesto Nietzscheano denominado” memoria de la voluntad” que se entiende como un no querer volver a liberarse, un seguir y seguir queriendo lo querido. Por ello, la recuperación de la entiende la progenitora como un viaje odiseaco a los infierno que no quiere hacer y rehúye en toda la cinta.

Este viaje “negado” tiene la particularidad de no llegar a una meta sino surcar un viaje hacia el pasado porque es necesario, parafraseando a Derrida, una reconstrucción del ser desde su principio. Esta “mea culpa” (que no se quiere experimentar pero se insinúa en las lágrimas, la nostalgia y la ebriedad que se contextualiza en la fiesta patronal) que vamos descubriendo cuando avanza el films concretiza la idea de que el dolor constituye entonces la condición de la posibilidad del surgimiento de la memoria y que no se quiere experimentar.

El dolor al recuerdo, el dolor a comprender que está fuera de contexto y el dolor a enfrentar la realidad. El dolor al recuerdo le produce la confusión y el silencio que se debe leer como la evasión a la realidad que no se quiere afrontar. La amnesia le sirvió para sobrevivir y no descender más al infierno ya sucumbido. Esta forma de escape será enfrentada en toda la cinta para recobrar y sanear lo fragmentado y disperso pero se es derrotado por el mismo territorio físico.

La redención se dará en el film cuando se reconstruya su pasado y pueda darle un sentido en favor de la “inocencia” que proyecta en todas sus incursiones en búsqueda de la verdad pero también simboliza el “motivo” para que encuentre la redención “vital” de la memoria para el perdón. Eso lógicamente no le interesa a Gálvez porque construiría una memoria que no le pertenece, ni mucho menos la historia en la que solo “debe cumplir” la función de espectador “del acto” en sí: la confusión, el dolor, el tránsito, lo sueños derrotados y esa inocencia en los personajes que se volverán en cicatrices para, desde ahí, escribir su propia historia en un territorio que no se siente identificados ni les pertenece. “Paraíso” se hizo ganadora del Premio Mejor Guión en el Festival de Cine de Huelva y el Premio Mejor Película Peruana en el Festival de Cine de Lima.

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