EL FEMINICIDIO MÁS ALLÁ DE SANCIONES PUNITIVAS



Por: Angella Changanaqui Portilla. 

Lo ocurrido con Juanita Mendoza es sin duda un crimen que ha vuelto a enlutar a nuestro país. El pasado viernes 30 de junio, Eider Estela (22) roció combustible y prendió fuego al cuerpo de su ex cuñada en Cajamarca, quien no soportó las terribles quemaduras y murió. Con ella se apagó una vida más a causa de la violencia contra la mujer que refleja la sombría realidad por la que atraviesa nuestro país: el machismo.

La Defensoría del Pueblo informó que a la fecha existen 17 casos de mujeres cruelmente atacadas con combustibles desde el año 2017 de las cuales once murieron, asimismo, tan sólo entre enero y mayo del presente año, se han registrado 55 casos de feminicidio, lo que representa un aumento del 41% con la cifra registrada el año pasado al mismo periodo. De igual manera, se reportaron la existencia de tan sólo 58 sentencias de un total de más de 14 mil denuncias en los 300 Centros de Emergencia Mujer, lo que a todas luces evidencia la desidia e indiferencia de las autoridades ante los terribles actos de violencia en contra las mujeres de nuestro país.

A Juanita Mendoza, al igual que Eyvi Ágreda y las demás víctimas de feminicidio, las mataron por su condición de mujer, por la intención deliberada de sometimiento mediante el uso de la fuerza y la discriminación al sexo femenino que lamentablemente se encuentra inmerso en los distintos espacios de nuestra vida diaria. La violencia familiar, el hostigamiento o acoso sexual, el abuso de poder y la discriminación son formas de violencia contra la mujer que pueden conllevar a la perpetración de feminicidios, los mismos que reflejan la más cruda expresión de la cultura patriarcal que se ejerce en nuestra sociedad; si bien este delito se encarna de manera directa con el feminicida, quien debe ser juzgado con todo el peso de la Ley, no podemos pasar por alto la enorme responsabilidad que tienen los políticos de generar cambios estructurales que combatan de manera eficiente este problema que nos duele tanto.

Recientemente el Congreso de la República incrementó las penas para el delito de feminicidio, sin embargo, debemos entender que la intensificación del castigo punitivo no garantiza su erradicación. La lucha contra la violencia de género va más allá de las sanciones y, trae consigo una transformación educativa, cultural, política y sobre todo económica que sea consciente que el sexismo es también el sometimiento económico, y consecuentemente físico y psíquico de las mujeres dentro del modelo en el que nos encontramos.

El feminicidio tiene que parar pero desde la parte más estructural, para ello es sumamente importante fomentar la revolución cultural de nuestra sociedad. No puede seguir motivándose la cultura de maltrato, abuso e intolerancia contra las mujeres, es importante empezar a cambiar nuestra sociedad y esto podrá ser posible a través de la educación y el fomento del enfoque de género en los colegios que logren en los niños y niñas de nuestro país una cultura de igualdad, amor, respeto y tolerancia.


Comentarios