YOU ARE NOT A SLAVE: UN HOMENAJE A THE RAGE AGAINST THE MACHINE Y A TERRY EAGLETON


Por: Josué Barron. 

Spotify. Mi playlist. Mis cinco canciones de The rage against the machine (apunta noventero): “Testify”, “Know your enemy”, “Bull of parade”, “Guerrilla radio” y “Killing in the name” que es sin duda alguna la canción más importante de los noventa junto con “Smell like teen spirit” de Nirvana. Las dos composiciones poseen esa demencia y confrontación que buscaba la década. La diferencia existe en el fondo: la canción de The Rage Agains the Machine expone la decadencia de la sociedad mientras Nirvana, desde interior neurótico del ser humano. (Saco de la refrigeradora una Coca Cola capitalista. Me sirvo un vaso. De mi bolsillo extraigo mi Xanax + Adderall + Ritolan) Me coloco mis audífonos Sony: [“Some of those that were forces are the same that burn crosses”] Cierro mis ojos pardos y recuerdo el informe de la universidad: “La función de la crítica” de Terry Eagleton, mis artículos periodísticos de grandísimo deslumbramiento racionalidad para que mis lectores auguren: ¡Oh ese hijo de puta escribe de una manera furiosa! pero se jodieron, no haré mis análisis políticos en favor de la iluminación de su camino a Perusalen. You are not a slave. No levantaré mi bandera de indignación contra la corrupción ni sustentaré que la crítica europea nació contra el Estado absolutista, por ello, es el único medio para que se pueda establecer un orden frontal contra el poder imperante.

“La crítica abre el debate, intenta convencer, invita a la contradicción, Pasa a formar parte del intercambio público de opiniones”. ¡Qué carajos! [Página 12, lo he resaltado muy “chanconamente”] Nadie lee. Nadie quiere profundizar. Nadie escribe crónicas sobre el mismo arte de escribir, como los románticos del siglo XIX; se ponen a escuchar a estos endiablados de California, se deja llevar con el bip de Zack de la Rocha y le otorga el tempus sideral para que bombee tu sangre al ritmo de los riff de Tom Morelo.

¿Cómo es posible ser crítico si el arte es su propia verdad inapelable y categórica, si el discurso social esta irremediablemente alienado y si no hay público al que dirigirse en primer lugar? ¿Quién mierda leerá esta líneas al estilo rítmico del blus de Missippi? ¿Cómo afirmarle al “populorum” que un verso de Raymond Carver presenta ese vacío cuando veo al espejo y observo mi barba crecida y los libros amontonados que no se salvaran de la hoguera del olvido? ¿A quién le importa que le demuestres la importancia de Martin Adán para la cultura peruana? Mi mamá me mima, yo mimo a mi mamá.

“Caballero el tiempo de la vida es muy corto. Si vivimos para hollar cabezas de reyes” (diría William Shakespeare) “…ellos dicen que saltes y tú preguntas de qué altura” (Rage… los vuelvo a citar y traducir en mi spanish inglés quechua). “La crítica en la actualidad, recapacito mientras se me adormece el cerebro, en el sentido convencional, (me pongo seriecito) ya no puede limitarse a emitir juicios verificables de acuerdo con normas publicas compartidas, pues el acto mismo del juicio se ve ahora manchado por una racionalidad profundamente sospechosa, y las asunciones normativas son precisamente lo que la fuerza negadora del arte pretende subvertir”.

Piensen en mi oficina en la cual trabajo como periodista maltratado: ¡Te he dicho que tengas mejor orden al momento de estructurar tus ideas, cita, voltea la noticia, resalta el escándalo, usa la pornografía, que las personas eyaculen en tu crónica y no vomiten en nuestro mísero periódico sensacionalista. ¿Quién te entiende escribiendo de esta manera? [Me grita mi editor] [Giro alrededor de mi propio eje, “lo único que quiero hoy es echar una ojeada a esos pájaros de afuera de mi ventana (Prestadito el verso de Raymond Carver)] Jefe, escribiré esa maldita crónica en el cual relato mis apreciaciones sobre el concierto de Justin Bierber y confieso, que después del espectáculo, me fui a tirar con una rubia pituca, en su auto, (porque yo tengo moto) de la universidad de Lima. Tal vez le encante saber a la gente cómo saltaba los pechos de la muy puta y cuantas veces dijo mi nombre hasta que el serenazgo llegó y nos tocó la ventana gris de sudor, de sexo, de noche de coca y alcohol. ¡¿Eso quiere jefe?! ¿Y las ideas de avanzada, del compromiso social y la función del periodista para su nación, las citas de Ryszard Kapuściński, del taita Mariátegui? ¡A la mierda! ¡Tenemos que vender!, entiende.

El ensayista periódico, en opinión de Hunt, es “un escritor que exige un peculiar intimidad con el público”. “Antes los políticos… escribían en prensa para asentar sus opiniones y cobrar reputación; los de ahora no quieren más que dinero…” Vuelvo a abrir mi refrigerador. El aire helado cala mis huesos. La realidad es real (vale la redundancia lacaniana): Una botella de Coca Cola, una papa y un yogurt a medio tomar. Diez soles en el bolsillo, en moneditas. Una mesa de madera de donde sostienes tu maldita esperanza de volverte un escritor afamado, los libros responsablemente ordenados, tu corazón destrozado, tu chalina negra con aroma a Hugo Boss, tu chisguete para combatir la irritación, los niños que lloran en el departamento, y la imagen de tu hijo que te empuja a que escribas furiosamente (como Roberto Bolaño) antes que se te acabe la vida, antes que termines sin ser crítico, poeta, fotógrafo, analista político, divulgador de ideas, alcohólico y amador de aquel pasado que te persigue y se posa como una goma de mascar debajo de tu zapato.“Ughh! hey yo, it's just another bombtrack...ughh! hey yo, it's just another bombtrack...yeah!...” (“Bombtrack”, Rage Against the Machine)

Comentarios

jorgeefrrr828 dijo…
There are certainly a number of particulars like that to take into consideration. That could be a nice level to convey up. I supply the thoughts above as basic inspiration but clearly there are questions just like the one you convey up where crucial factor will likely be working in sincere good faith. I don?t know if best practices have emerged round issues like that, however I am certain that your job is clearly identified as a good game. Both girls and boys feel the impression of just a second’s pleasure, for the rest of their lives. online casino real money