EL RETO DEL GABINETE ARAOZ


El principal reto del Gabinete Aráoz es superar el yerro capital de Fernando Zavala de haber considerado que se podía gobernar sin modificar la política de alianzas de la segunda vuelta (nacionalistas, izquierda caviar, y el universo antifujimorista en general), y de priorizar la relación con una coalición mediática que cada vez influye menos (allí está la caída de la popularidad presidencial, las encuestas y los resultados).

De alguna manera el Gabinete Aráoz nace superando la amplitud del Gabinete Zavala. Los cambios en Educación, Justicia y Salud, al parecer, apuntan a abrir el equipo ministerial a otros sectores políticos del país. En la búsqueda de la perfección cualquiera podría señalar que los cambios no son suficientes, pero es un buen inicio para empezar a tentar una gobernabilidad compleja entre un Ejecutivo que representa a la tercera bancada del Legislativo y la mayoría legislativa del fujimorismo.

Sin embargo vale detenerse en el yerro de Zavala, hoy convertido en una verdadera estatua de la impericia política. El día que el ex jefe de Gabinete planteó la cuestión de confianza parecía haberse organizado una guerra de fin del mundo contra el fujimorismo ante el grave error de pretender censurar a la ministra Martens, que estaba de salida y que era rechazada por la mayoría.

Más allá de las valoraciones sobre la pertinencia de la medida (algunos señalan que el Ejecutivo se ha fortalecido) la decisión de Zavala parecía encaminada a la victoria: el mismo día se publicaba la resolución del Tribunal Constitucional que declaraba inconstitucional (en parte) la llamada “ley antitránsfuga” y, por lo tanto, el gladiador Kenji Fujimori iba a quebrar la bancada fujimorista con un ejército de entre 20 y 30 congresistas. El Comercio y La República editorializaron con la misma mano celebrando la colisión de poderes. El choque institucional se justificaba para detener la prepotencia. El resultado: el fujimorismo se endureció, el Gabinete Zavala cayó, Kenji se quedó solo (seguramente será expulsado) y el país entró en una crisis de gobernabilidad que podía terminar paralizando la inversión y la economía.

¿Cómo se cometió el error? Pues se creyeron las leyendas de la media antifujimorista sobre el papel de Kenji y el protagonismo de Alberto Fujimori en Fuerza Popular. En todo caso, estamos ante un ejemplo de error político que desató una evidente crisis de gobernabilidad y suspendió absurdamente el viaje del presidente Kuczynski.

Allí entonces está el principal reto del Gabinete Aráoz: superar la falta de política de Zavala, que nos ha llevado a estos despropósitos. ¿Qué significa algo así? Si se gobierna sin consultar a la mayoría legislativa estamos ante el derecho natural del Ejecutivo; pero lo que no se puede hacer es gobernar contra la mayoría legislativa, pretender dividirla, vetar su condición mayoritaria porque, entonces, los sectores duros del fujimorismo avanzan sobre los moderados en la bancada naranja. Amenazar con la disolución es alentar el endurecimiento del fujimorismo en contacto con las plazas, las calles y la informalidad.

Abandonar visiones erradas con respecto a la mayoría legislativa es fundamental para hacer política en esta democracia dividida entre un Ejecutivo oficialista y un Congreso opositor. No se puede continuar con la política perversa de pretender que los cambios ministeriales los realice el Congreso y que luego este asuma los costos de los errores gubernamentales. Una apuesta de ese tipo no funciona, por favor. Allí está la caída libre de la popularidad presidencial como ejemplo.

El principal reto del Gabinete Aráoz, entonces, es entender que la política no puede ser reemplazada con coaliciones mediáticas, que los tropiezos políticos no se resuelven con la entrevista del diario amigo o el canal amigo; porque la gente se da cuenta, percibe el cinismo en la intención.

Quizá abandonar un poco los medios y centrarse en los éxitos de las decisiones políticas y la búsqueda de alianzas y acuerdos con los partidos políticos sea una de las claves para el Gabinete Aráoz y también para la gobernabilidad. Es decir, el nuevo Gabinete debe abrirse a todos los sectores del país, pero también se debe alejar al marketero y los consejeros que alentaron la absurda conversión de la guerra de baja intensidad que desarrollaba el fujimorismo con la censura de Martens en una guerra del fin del mundo, total, por aire, mar y tierra.

Víctor Andrés Ponce

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