DESPUÉS DE LA GUERRA, LA PAZ


La reunión entre la presidenta de Consejo Ministros, Mercedes Aráoz, y el presidente del Congreso, Luis Galarreta, y las declaraciones conciliadoras y pertinentes de ambos dirigentes con respecto a las nuevas relaciones que el Ejecutivo y el Legislativo deben construir y los pronunciamientos de Keiko Fujimori y los líderes de Fuerza Popular, nos pueden señalar que, después de la inédita colisión de poderes de la semana pasada, los principales actores del conflicto comienzan a reflexionar sobre la necesidad de superar la grave polarización política.

Uno de los elementos decisivos de este nuevo clima de distensión es el hecho de que Fernando Zavala no fuera considerado en el nuevo Gabinete, junto con la presencia de Idel Vexler en Educación y Fernando D’Alessio en Salud. Semejantes decisiones inevitablemente se tomaron mirando al ejército parlamentario de Fuerza Popular. La ausencia de Zavala elimina una de las causas principales de la confrontación, y los cambios en las dos carteras mencionadas revelan una voluntad de convocar al segundo Gabinete del presidente Kuczynski a otros sectores del país.

De allí que mientras el oficialismo y la oposición empiezan a replegarse a posiciones conciliadoras, en la llamada izquierda caviar se empieza a evaluar que se ha perdido demasiado por la recomposición ministerial que se expresa en el Gabinete Aráoz. En los próximos días veremos cómo se desarrolla el entendimiento entre pepekausas y fujimoristas, y cómo evolucionan las pedradas que ha comenzado a lanzar la izquierda en contra de los nuevos titulares de Educación y Salud.

En todo caso, el fujimorismo tiene mayor responsabilidad de leer correctamente el nuevo curso de los acontecimientos, por la sencilla razón de que se reclama un partido con sentido histórico y también ha acusado permanentemente al oficialismo de falta de visión política. Bueno, pues, de alguna manera, el Gabinete Aráoz expresa una nueva política de alianzas del oficialismo hacia otros sectores —entre ellos el aprismo— que pueden ayudar decisivamente a organizar relaciones estables entre Ejecutivo y Legislativo de aquí hacia el 2021.

Si el fujimorismo no tiene una lectura apropiada de los hechos, el Ejecutivo terminará entre el fuego izquierdista —que se opone a los cambios y respira por la herida ante la pérdida de poder— y la oposición endurecida del fujimorismo en el Legislativo. En este contexto, no serviría nada la voluntad pepekausa de modificar la política de alianzas de la pasada segunda vuelta electoral (izquierda caviar, nacionalismo y todo el universo antifujimorista) que se expresó en el Gabinete Zavala y explica en gran parte el choque de poderes que experimentó la democracia peruana.

A entender del suscrito, la izquierda caviar desarrollará una guerra del fin del mundo para precipitar el fracaso de Vexler y D’Alessio. Las campañas que buscan demoler al adversario se multiplicarán. En este escenario, ¿cuál es la responsabilidad del fujimorismo, del aprismo y los demás partidos representados en el Congreso? ¿Dejar que la izquierda caviar pretenda apropiarse de la reforma meritocrática de la escuela pública e instrumente el colegio en función de sus objetivos ideológicos?

Después del despropósito monumental al que nos precipitó Zavala, el oficialismo ha hecho política. Ahora el fujimorismo igualmente tiene la responsabilidad de hacer política. ¿Van a dejar solos a Vexler y D’Alessio o salen de una vez por todas a barrer las campañas de difamación de la izquierda caviar?



Víctor Andrés Ponce

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