DEL POR QUÉ LA IZQUIERDA MANDA SIN OPOSICIÓN REAL EN AMÉRICA LATINA


Por Jorge Chapas (*)

El ex diputado y académico peruano Enrique Ghersi enseña que en política un partido político puede perder una elección, pero tener un triunfo político. De esta paradoja deriva el hecho de que la izquierda, en Guatemala por ejemplo, sin ganar un solo proceso electoral en los últimos 30 años, ha impuesto la agenda y ha dominado la arena política con sus nefastas ideas y sistema.

Pero aquél es solamente el efecto. Las causas las advertimos muy bien en el Centro de Liberalismo Clásico y el Foro Liberal de América Latina: la izquierda manda porque no hay una derecha liberal que le haga verdadera oposición y, principalmente, que haga una contrapropuesta en la arena política, con un discurso y un programa claro, concreto y atractivo para la gente.

La coyuntura actual en Guatemala, pero también en Venezuela y Perú, en México y en Ecuador, en Brasil y hasta en Chile, es evidencia una vez más de aquél fenómeno. No hay partidos políticos de derecha liberal; sí abundan de derecha mercantilista o de “centro-derecha”, que al final terminan “pactando” leyes sociales por privilegios económicos, deslegitimando así a la derecha y dándole argumentos a la izquierda para luego despotricar contra el gobierno limitado, los mercados libres y la propiedad privada.

La izquierda, además, se ha hecho del agrado y del voto de dos grupos sociales muy importantes, no mutuamente excluyentes entre sí: los cristianos y la clase media. Por el lado de los cristianos, muchos pastores y sacerdotes, incluyendo el Magisterio jerárquico –papas y obispos– divagan al transmitir el verdadero mensaje de Jesús; y ahí tenemos el ejemplo más reciente del Papa Francisco, quien en reiteradas ocasiones hace gala de su ignorancia económica o de al menos, de sesgo en la escogencia de sus asesores en la materia. De ahí que tengamos a obispos en las provincias, departamentos o municipios oponiéndose sistemáticamente a proyectos productivos legítimos, al intercambio pacífico y a la propiedad privada, y agitando grupos de personas motivadas por un cambio hacia un modelo “menos desigual” –o sea, estatista-. De ahí también que, por ejemplo, el finado tirano Hugo Chávez haya expresado en reiteradas el “carácter socialista” de Jesucristo.

Por el lado de la clase media, más fácil: la educación y tradición absorbida desde niños, resultado en buena parte del sistema educativo estatista (coercitivo, estructurado, uniformizante y adoctrinador), los hace fácil presa de falsas soluciones. A ello adhiere bien la estrategia de la izquierda globalizada en la ONU y las agencias supranacionales que, mediante entidades perversas como la CICIG (Guatemala) y MACCIH (Honduras), solo abren el camino para entronizar aún más la agenda socialista en América Latina.

A la histeria anti-corrupción que enardecen estas entidades suceden invariablemente otros tres fenómenos: 1) el creer que quitando a uno o dos corruptos el problema está resuelto, sin advertir que la corrupción desbordada no es más que el resultado inminente del Sistema estatista, 2) la anti-política, o rechazo de la política como medio pacífico para ejercer el poder legítimamente y, 3) la partido-fobia, o miedo a participar en partidos bajo la creencia de que todos los partidos y políticos son iguales; por cierto, esta última, una generalización incorrecta resultado de no utilizar bien el pensamiento racional.

La clase media y los cristianos sucumben así totalmente desarmados: sin una fe bien fundada, sin la razón bien ejercitada e informada. La mayoría de medios, por cierto, abonan al caos. La izquierda logra infundir temor y hacer presa fácil a la gente de su agenda.

¿Es extraño bajo aquellas condiciones que mande la izquierda en nuestra América Latina?


Y a propósito, a la izquierda y a la derecha, por su nombre. Muchos reclaman “superar” el uso de aquellos términos, pero eso no es posible, pues izquierda y derecha es en ciencia política lo que para un cartógrafo es el este y el oeste, el norte o el sur. Evadir o avergonzarse del uso de términos como derecha, propiedad privada, privatización, política o libre mercado, entre otros, no hace más que contribuir a restarles calidad moral, cuando en realidad son sus opuestos los que debiesen dar vergüenza y estar desacreditados. ¡Hablar con la verdad y transparencia es otro de los grandes desafíos de la derecha liberal (no mercantilista)!

*Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario forestal. Fundador de 5R Guatemala y miembro del Foro Liberal de América Latina y del Centro de Liberalismo Clásico. Sus columnas se publican en diversos medios de comunicación digital.


FUENTE: PANAMPOST 

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