¿VOLVEREMOS AL OSCURANTISMO?


Cuidado nomás con que el proceso a los corrompidos por el affaire Lava Jato acabe reducido a demoler a los políticos de centro-derecha, a quienes la progresía pretende convertir en carne de león en este circo que viene montando -junto con la enviciada prensa caviar- para de esa manera embobar a la ciudadanía y proteger a sus pares políticos de izquierda –y a sus amigotes constructores- frontalmente comprometidos con la mega corrupción urdida desde Brasil.

Parece mentira pero el Perú –que en cierto momento alguna gente pensó que estaba ad portas de igualar a Chile en materia de madurez de sus autoridades, transparencia política, honorabilidad de sus jueces, modernidad de sus infraestructuras, solidez de sus empresas, etc.; en síntesis convirtiéndose en un Estado moderno, financieramente sólido e intrínsecamente confiable- ha retrocedido demasiado a partir del desastroso e inmoral gobierno de la inclusión –obviamente la inclusión de la corrupción- que lideró Ollanta Humala de la mano de su esposa Nadine. 

Hoy sufrimos las consecuencias del despilfarro vertido por el humalismo clientelitsa y la desarticulación que hiciera Humala de la exitosa estructura económica-empresarial levantada por al Perú tras la quiebra integral de finales del ochenta. Por cierto, aquella exitosa estructura económica-empresarial fue la que nos posibilitó rehacer la hacienda nacional. Recordemos. En 1989 el BCR exhibía un oxímoron llamado “reservas negativas” por casi US$2,000 millones. Mientras que en 2011 Humala recibía un BCR con US$65,000 millones de reservas verdaderas –US$67,000 millones atesorados en dos décadas- aunque lo dejara debajo de US$60,000 millones como cualquier rojo irresponsable. Igualmente esa misma estructura nos permitió reducir en 60% la pobreza heredada del socialismo criollo incubada por Velasco y empollada por el belaundismo II y el aprismo I Concretemos. 

La exitosa estructura económica-empresarial inaugurada a inicios de los noventa -construida sobre dos fundamentos primordiales: 1) proscribir la actividad empresarial del Estado, concesionándosela desde entonces al sector privado con lo cual éste asumió los riesgos de las principales inversiones que requería el país para salir adelante; y 2) prohibir que el BCR emita moneda sin contar con la debida contrapartida de reservas internacionales- le permitió al Perú soportar tantísimos desmanes del humalismo y ahora, inclusive, tener recursos suficientes para solventar la reconstrucción de los desastres causados por el Niño. Aparte, claro está, de conservar un margen para amortiguar los daños colaterales generados por la mega corrupción, alimentada por un cartel de venales constructoras brasileras y peruanas.

Pero lo que no pudo rehacer el Perú fue su poder Judicial. Así como nuestra Justicia no fue sorda, ciega ni muda al condenar a los fujimoristas –lo hizo con marcado sesgo ideológico de venganza- ahora reaparece su lado nefasto –la politización ideológica- manejado por una cofradía de jueces zurdos que tienen toda la intención de cubrir a los suyos: Ollanta/Nadine Humala, Susana Villarán y demás integrantes de la mafia izquierdista envuelta en la inmundicia brasilera y venezolana. Salvo que el régimen PPK tenga el nervio suficiente para recuperar nuestra exitosa estructura financiera-empresarial y se responsabilice de luchar denodadamente contra la viciosa corrupción, volveremos al oscurantismo.


LUIS GARCÍA MIRÓ ELGUERA-DIARIO EXPRESO