KUCZYNSKI: EL MONOTEMA FUJIMORI


Cada cierto tiempo –durante las gestiones de Alan García, Ollanta Humala y ahora, con Pedro Pablo Kuczynski- el inquilino de palacio ha sacado la carta de la liberación del preso número uno del país: Alberto Fujimori. Es evidente que el sobrepeso de la bancada fujimorista en cada uno de los tres regímenes obligaba al oficialismo de turno a lanzar una rama del olivo para tentar su apoyo, cada vez que la fragilidad acechaba a quien ostenta el poder. Aunque seamos claros, un poder incompleto. Precisamente porque los sucesivos poderes ejecutivos no han tenido mayoría congresal. 

Aún con más énfasis en el caso el actual que, de 130 legisladores, apenas cuenta con 17; en contraste con los 73 que exhibe el fujimorismo. De modo que el mono tema de liberar a Fujimori mediante algún subterfugio legal -como ahora que, “circunstancialmente”, un ex integrante de la bancada oficialista ha presentado un proyecto de ley para que los encarcelados mayores de 75 años, condenados por determinados delitos, puedan cumplir domiciliariamente el resto de su condena-; o a través de la fórmula del indulto –tan temida por dos citados ex mandatarios y también por el actual presidente, debido al contraataque de efervescencia caviar antifujimorista- presuntamente desembocará esta vez en más de lo mismo. Vale decir, una lisonja a Keiko Fujimori para conseguir que su bancada respalde al Ejecutivo en determinada circunstancia que el oficialismo de turno considera trascendental. 

En este caso aquello de “Voltear la página” o “Don Alberto Fujimori” o “Estamos estudiando la iniciativa para liberar a Fujimori” –términos pronunciados por el mandatario Kuczynski- ha sido definitivamente una táctica para aprobar una ley. La de reconstrucción por los desastres causados por El Niño. Punto.

La verdad es que, para empezar, el hecho de apelar a un pretexto conocido y trillado como traficar con las expectativas del prisionero Fujimori -así como con el sentimiento de sus familiares y seguidores políticos- resulta no sólo inelegante sino degradante. Porque es evidente que el propósito de quienes interponen esta redundante estrategia no es cabalmente honesto. En otras palabras, es irrebatible que lo que se pretende con ello no es liberar a Fujimori, sino utilizar dicha maniobra para alcanzar otros fines. Cierto que en política todo vale. Pero todo tiene límites. Más aún cuando la “idea” la copian y calcan tres sucesivos jefes de Estado para conseguir los mismos propósitos.

Sin duda el hecho de apelar al manoseo del monotema Fujimori asegurando liberarlo vía una norma que solucione la cuadratura del círculo -para que no aparezca como si fuese con nombre propio-; o sugiriendo indultarlo -a sabiendas de que el presidente de turno jamás se atreverá a estampar su firma en el decreto correspondiente- tendrá como único resultado exacerbar aún más los ánimos de los partidarios del fujimorismo. Y con ello, encolerizar en mayor escala a la bancada de Fuerza Popular. Ya ocurrió antes con García y Humala. Por tanto resulta incomprensible que un mandatario como Kuczynski repita el mismo ritual, teniendo cuatro años y medio de gestión por delante.

LUIS GARCÍA MIRÓ ELGUERA