5 DE ABRIL: ¿25 AÑOS NO ES NADA?


Por: Ricardo Vásquez Kunze

Se cumple esta semana un cuarto de siglo del autogolpe del 5 de abril de 1992. Creo que el legado más importante de ese hecho que sigue dividiendo al país es la Constitución Política de 1993 que el próximo año cumple, también, un cuarto de siglo. Bajo su imperio han gobernado seis presidentes de diferentes suerte y tendencias políticas: Fujimori, Paniagua, Toledo, García, Humala y PPK. Es decir, la Constitución fruto del autogolpe del 5 de abril de 1992 ha provisto un sistema jurídico, político y socioeconómico lo suficientemente estable como para sostener a seis gobiernos continuos.

Es cierto que no necesariamente la sucesión de gobiernos bajo una misma constitución es sinónimo de ascenso o progreso. La Constitución de la IV República Francesa puede, por ejemplo, dar perfectamente fe de ello. Pero ese no es el caso de la Constitución de 1993. Hay un abismo de diferencia entre la sociedad normada por la constitución de 1979 y la de 1993.

En efecto, es un hecho que hoy los peruanos somos mucho más prósperos porque se ha creado más riqueza que antes. Por consiguiente, la pobreza de hace 25 años se ha reducido abismalmente. No me cabe la menor duda, entonces, de que los resultados positivos del modelo constitucional de 1993 han influido para que los cinco presidentes que sucedieron a Fujimori no hayan movido un dedo para derogarla.

Los críticos del 5 de abril se dividen en dos grupos bien definidos. Por un lado está la izquierda marxistoide cuyo proyecto político, social y económico fue derrotado cuando terminó la Guerra Fría a favor de los Estados Unidos. En el Perú, esa gente identifica esa derrota con el 5 de abril y la Constitución de 1993. Por eso su argumento al rechazar la constitución vigente es exponerla como un documento espurio desde el origen. Esa es la razón por la que el Frente Amplio, por citar un caso, tiene como propuesta política central una nueva constitución política.

De otro lado están aquellos que separan tácitamente la Constitución de 1993 del 5 de abril. Por un lado exaltan las bondades del modelo establecido por esa carta magna y, por el otro, denostan y rechazan el autogolpe que le dio origen. Esto es incomprensible e incoherente pues no se pude descalificar el árbol si se alaban los frutos.

El hecho es que son pocos los que reivindican hoy el 5 de abril.

Comentarios