TODOS CON PANORAMA


La defensa irrestricta de una libertad fundamental


El pasado 17 de abril el Ministerio de Defensa denunció a Rosana Cueva, directora y conductora del programa Panorama (de Panamericana Televisión) y a otros dos periodistas, por haber destapado la corrupción de organismos de inteligencia que actúan en el VRAEM: se usaron fondos de inteligencia para pagar a presuntos colaboradores fantasmas.

Lo curioso de la denuncia gubernamental es que se plantea un delito de traición a la patria en la modalidad de revelación de secretos de Estado, no obstante que los maltratos a la patria provienen de aquello que usan los fondos de inteligencia —en una zona de guerra— para su propio beneficio. Con semejante denuncia, el gobierno de Ollanta Humala termina de ensuciar sus relaciones con la prensa en el país. Para ser justos no se puede sostener que, en los últimos cinco años, el nacionalismo haya atentado contra la libertad de prensa, más allá de que la ayuda estatal sostuviera un coro mediático oficialista.

La denuncia en contra de Panorama configura el típico caso en que el poder de turno reacciona virulentamente contra el ejercicio de una libertad. La cosa es tan evidente que las divisiones dentro del gremio periodístico han sido dejadas de lado para levantar una ola de solidaridad con los periodistas que pretenden ser amedrentados por el Gobierno. La Sociedad Interamericana de Prensa, a través de Claudio Paolillo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa, también ha manifestado que estamos ante “un acto de fuerza e intimidación contra quienes ejercen el periodismo investigativo,... un exceso y una restricción a la libertad de prensa”.

Ante la unanimidad nacional e internacional en respaldo a Rosana Cueva y el equipo de Panorama,empieza a quedar en evidencia, como se dice, la mano negra detrás del exabrupto. Sucede que es en el mencionado programa dominical donde se denunció el caso de las agendas de Nadine Heredia y la mayoría de irregularidades cometidas durante este gobierno. Todo parece indicar, entonces, que se trata de una represalia desde las más altas esferas del poder nacionalista, que ya se retira de Palacio.

En el último lustro, Panorama es el medio periodístico que más ha ejercido el periodismo de investigación en contra del poder de turno. Las amenazas a la libertad de prensa siempre surgen alrededor de este tipo de relaciones entre los periodistas y el poder. En este contexto, la unanimidad en respaldo a Panorama es incuestionable.

Siempre vale señalar que en la sociedad de la información, de la revolución de las telecomunicaciones y de la explosión digital, la libertad de prensa se ha constituido en la madre, en la columna vertebral, de todas las libertades y del proyecto de una sociedad abierta. En las últimas dos décadas hemos contemplado proyectos autoritarios en América Latina —de filiación derechista o izquierdista— que mantenían las formas democráticas y ganaban elecciones como una manera de desarrollar sus proyectos autoritarios.

Sin embargo los autoritarismos solo lograban quebrar las libertades cuando ahogaban a la libertad de prensa. El ejercicio de esta libertad, entonces, se ha constituido en la última trinchera de la democracia. Pretender amedrentar a los escasos periodistas de investigación que restan en nuestro país es una verdadera locura, especialmente en una democracia que avanza hacia su quinta elección nacional sin interrupciones.

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