¿PUEDO OPINAR? EL CIRCO ROMANO DE LA DEMOCRACIA VIRTUAL


La libertad de expresión es el derecho que constituye la sustancia de la pluralidad. Siguiendo las líneas de Isaiah Berlin en su extraordinario ensayo “El zorro y el erizo”, tomado de una fábula de Arquíloco, mientras que el zorro sabe de muchas cosas y es plural y diverso, el erizo sabe una sola cosa y una sola cosa le basta; por tal razón la impone a los demás. He tratado de llevar el razonamiento de Berlin a la actitud de muchos usuarios de las redes sociales. La mayoría de ellos cree que solo su excluyente posición política es la válida, por tanto el que piensa diferente es enemigo; y no solo es enemigo, sino también idiota, corrupto, terrorista, DBA, etc. No admiten un mundo plural regido por el debate y la libre elección de las ideas, por más que ellas no les gusten.

Precisamente la elección por venir debiera sustentarse en la libertad de pensar, expresar y apostar en las urnas por un candidato o una candidata; y tal opción no debería representar un peligro, pero lo representa. Ser sincero y frontal tiene un costo en las redes sociales, donde lo que rige es la intolerancia, con múltiple retuiteo o “compartir”. Tal intolerancia es más visible y virulenta en las redes sociales porque detrás de un teclado todos somos valerosos combatientes de una causa o contrarios a ella, apelamos a la injuria, al epíteto fácil, pero una vez descubiertos nos amilanamos. Hace poco, un llamado “fujitroll”, @hostalmerlin, apocado y sin los bríos que mostraba en la red, se vio forzado a pedir disculpas en cámaras por muchos de los adjetivos difamatorios proferidos contra algunos personajes que no piensan como él.

Claro, hasta allí bien todo para muchos, que estarán sonriendo; pero lo curioso es que quienes se frotan las manos con este tema y más festejan son los del bando contrario —que son mayoría en las redes—, tan o más atrabiliarios e intolerantes que el indefendible fujitroll al que hoy juzgan con razón. El problema no es solo la violencia enmascarada, también lo es la violencia que no se enmascara, pero que igual hiere. Muchos, con nombre y apellido hacen precisamente aquello que critican de los enmascarados: insultan, descalifican, adjetivan y vuelcan sus odios sutil o brutalmente según el estilo de cada cual ¿No injurió sutilmente el director de Depor (precisamente en el Día de la Madre) a las madres de los votantes fujimoristas? Eliminó rápidamente su cuenta de Twitter y ensayó una disculpa ambigua, mientras que el Grupo El Comercio hizo mutis del lance de uno de sus representantes (director de uno de sus medios).

Algunos simpatizantes o “votantes” fujimoristas han sido atacados por los más apasionados “antis”, cuando de lo que se trata es de combatir con argumentos (argumento contra argumento) y por tanto replicar sin falacia ad hominem. El tema es que las redes sociales están colmadas de antis, quienes se expresan tan agresivamente que para muchos contactos minoritarios disentir públicamente (no solo con el antifujimorismo, sino sobre cualquier cosa) podría ganarles injurias y bloqueos que después tendrían que lamentar. He leído a varios descalificar intelectualmente a otros sin conocerlos, solo por opinar de un tema cualquiera. También he sido testigo de apanados virtuales contra quienes confesaban “libremente” su opción. Asumo que en esa masa aplastante hay una gran mayoría que no dudaría un instante en movilizarse en favor de la libertad de expresión; pero cuando se trata del adversario, esa libertad es relativa o discutible ¿La ley del embudo?

En realidad, nadie tendría que temer calificarse a sí mismo de “socialdemócrata” (que no es socialconfuso), “derechista” (que no es DBA), “socialista”, “conservador”, “libertario”, “aprista” o “fujimorista”, y ninguna de esas opciones da derecho al otro para condenar o injuriar. Ninguna elección personal debería significar tampoco la pérdida inexorable de una amistad, la ganancia de una antipatía o una distancia irremediable.

Antes solía creer que la democracia virtual era una promesa, hoy creo que es un circo romano y un espectáculo abominable. Igual te injuriarán si eres pro o anti fujimorista, o te socavarán si eres antiabortista, proabortista, taurino, antitaurino, minero, antiminero, pro unión civil o anti unión civil, etc, etc. Pensar libremente y expresarse a rienda suelta es peligroso, y si eres minoría resulta suicida. El mundo virtual tiene más de totalitario que de democrático, y más de violento y nublado que de racional.


Tomado de El Montonero / Raúl Mendoza Cánepa

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