¿Rebotará PPK?

Pedro Pablo Kuczynski (PPK) ha anunciado su renuncia a la nacionalidad estadounidense en medio de presentaciones en el interior y una frenética actividad de bases. De alguna manera se percibe que el comando de su partido empieza a ajustar los lineamientos del campaña con objeto de superar el congelamiento que su líder mantiene en las encuestas. La idea parece ser ingresar a un cómodo e incuestionable segundo lugar en enero. Quizá sobrepasar los 20 puntos de intención de voto sea la imagen ganadora que se intente presentar para conseguir un segundo aire en la campaña.

De alguna manera Kuczynski parece experimentar esa especie de off al que han ingresado los candidatos del llamado elenco estable (Keiko Fujimori, el propio PPK y Alan García) desde varias semanas atrás. Si observamos con detenimiento, los tres suman el 60% de la intención de voto, algo que revela, al menos hasta ahora, la inclinación conservadora de la mayoría del electorado en el sentido de conservar lo existente. En este contexto, la gran novedad es la subida de César Acuña al tercer lugar como signo evidente de la búsqueda desesperada de una alternativa al fujimorismo que hoy representa un tercio del electorado.

Ahora bien, ¿qué sucede con la candidatura de PPK? ¿Por qué no ha logrado consolidarse como la expresión del voto no fujimorista? ¿Por qué García mantiene intacta sus posibilidades y aparecen los sueños de Acuña como una evidente amenaza a las posibilidades del líder pepekausista? La respuesta es simple: se ha intentado negar la naturaleza propia, de mimetizarse con lo que uno no es.

La única explicación de las posibilidades electorales de Kuczynski proviene de la centro derecha. No se puede concebir el ADN de PPK al margen de este espacio político. O, ¿sí? Sin embargo, en el desarrollo de la campaña, él se ha empeñado en demostrar lo contrario, en hacer concesiones temerarias a la izquierda y, de pronto, el universo del voto no fujimorista comenzó a entrar en disputa. De esta manera, García conseguía el primer gran objetivo, la primera posición en esa disputa que continuará en la larga e intensa campaña electoral que se avecina. Y, de súbito también, debido a las resistencias que todavía desata el líder aprista, irrumpía la figura de César Acuña.

Vista las cosas así, todo es responsabilidad de PPK. Los estrategas de éste deberían entender que las elecciones del 2016 difieren sustancialmente de los comicios pasados porque cualquier propuesta con olor a izquierda ha sido desprestigiada por el desastre nacionalista. Deberían comprender que también ha surgido el miedo a perder los avances económicos y sociales luego de los estropicios económicos del nacionalismo.

PPK no ha sido el candidato del crecimiento, de la inversión, de la reducción de la pobreza; no ha sido el líder que defiende la minería como uno de los ejes del desarrollo. Muy por el contrario, García parece haberse apropiado de esas banderas y escudos naturales del pepekausismo. Si Alan no crece se explica por las resistencias, pero si logra superarlas debería subir porque ha empezado a sembrar en el humor de las mayorías.

El gringo del establishment tiene miedo a representar el statu quo no obstante que el fracaso del humalismo ha hecho comprender a las mayorías la enorme trascendencia del crecimiento económico y la reducción de pobreza en los últimos 25 años. Nadie desea que los megaplazas dejen de brillar y vender.

Por Víctor Andrés Ponce

Comentarios