MEMORIA Y FUTURO DEL FUJIMORISMO


Sobre el fujimorismo tradicional “duro” y el nuevo fujimorismo que encarna Keiko
Benjamín Carson, director de Neurocirugía Pediátrica del Hospital John Hopkins, contó en una presentación una anécdota que bien podríamos aplicar en el Perú. Un exitoso hombre de negocios acostumbraba a darle regalos muy caros a su madre. Un día encontró unos pájaros carísimos que bailaban, cantaban y hablaban. Entusiasmado se los envió por el día de la Madre. Cuando la llamó a preguntarle que le habían parecido, ella respondió “estuvieron deliciosos”. Furioso le increpó “¡cómo has podido comértelos! Eran pájaros carísimos que cantaban, bailaban y hablaban”. A lo que ella respondió: “Pues debieron haber dicho algo”. Carson cerró sosteniendo que eso es lo que le ocurre a aquellos que no defiendan sus ideas: desaparecerán devorados por quienes los cuestionan.

Desde que permitimos que un sector de la izquierda políticamente correcta se convirtiera en la “reserva moral” y escribiera la memoria histórica del país, el fujimorismo se convirtió, como dice V.A. Ponce, en la síntesis de todos los infiernos del Dante. No hay ni una sola política pública implementada en los 90 que nuestra “reserva moral” vaya a reconocer como positiva. De hecho, ni la reinserción en el mercado financiero, el control de la hiperinflación, las reformas que permitieron el crecimiento económico reciente, ni la captura de Abimael, según ellos, tienen algo que ver con Fujimori. Si pudiesen declarar ilegal el fujimorismo lo harían. Ello pese a que es hoy la mayor fuerza de oposición, aunque uno se pregunte, ¿qué es lo que sucede, que es incapaz de demostrarlo?

Para lidiar con el antifujimorismo, Keiko optó por distanciarse de quienes tuvieron un rol positivo en los 90. Con ello ha perdido a sus mejores cuadros políticos en el Congreso, además de haberse rodeado de novatos en política que tienen poco o nada que aportar. Podremos discrepar de Martha Chávez o Luz Salgado, pero nadie puede dejar de reconocer que son políticas sólidas que saben dar la batalla y que además conocen la memoria histórica del fujimorismo. Porque lo cierto es que, no todo lo que la “reserva moral” ha sostenido sobre el fujimorismo es cierto.

En lugar de salir al frente y responder a cada una de las acusaciones que se han hecho sobre los 90 y escribir un libro blanco donde se explique al país las reformas y se reconozcan los errores cometidos, Keiko decidió fondear a sus mejores cuadros, suavizar la imagen del fujimorismo, y cubrirse con un manto de vergüenza. Nadie puede negar el origen autoritario y centralista del gobierno fujimorista, ni la corrupción, ni el daño hecho a las instituciones, pero también hay mucho que reconocerle. Y ello difícilmente se hará si es que el fujimorismo no está interesado.

Este nuevo fujimorismo, vergonzoso y vergonzante, ha aceptado postular a un sinnúmero de “invitados” que no dudan en aclarar, en cada entrevista que dan, que nada tienen que ver con los 90 ni con Fuerza popular porque son solo “invitados”. Gran error que aleja a Keiko de su voto duro.

Dada la intención de voto actual, es difícil imaginar una segunda vuelta sin Keiko. ¿Pero podrá ganar esa segunda vuelta? Keiko tendrá que decidir entre asumir los activos y pasivos de los 90 y convocar a los mejores cuadros políticos y técnicos o terminar alejándose definitivamente. De elegir la segunda opción, no avizoro más para ella que convertirse en una nueva Lourdes Flores.

Por Ana Luisa Guerrero

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