NO ME GUSTA EL CAVIAR

Debe ser el articulo mas leído de los muchos publicados por Carla García en su columna del diario la República. 

Me disgusta su autoproclamada superioridad ética y que esté absolutamente seguro de que tiene que decirme qué hacer. Que venga a tratar de demostrarme cómo no hacer las cosas. Que quiera salvarnos porque asume que todas nuestras acciones y creencias se sostienen en terribles mentiras, en ignorancia, en desconocimiento de una realidad que claro, él conoce como a la palma de su mano.

Sin embargo, cuando sus líderes de manos limpias son involucrados en investigaciones, se automachuca el botón de mute. La varita que le sirve para medir a los otros no le sirve para medirse. La viga en el ojo propio no es nada porque el otro es siempre el malo, el mentiroso, el bobo o el vendido.

Como el amigo caviar creció en una casa medianamente acomodada, siente vergüenza del dinero de sus padres. Sin embargo, no se pierde un paseo a la playa, un viaje colectivo a Europa ni una parrillada familiar remojada en el mejor vino. Pelea por la justicia social –lo que está muy bien–pero basándose en el sentimiento de que el otro es un pobrecito, en la sensación de que la gente humilde no conoce la realidad o no la entiende. Niñifica a sus defendidos y divide al mundo entre buenos y malos, dependiendo de si estás en su bando o no.

Tengo un montón de amigos caviares a quienes amo cuando emplean esa vehemencia en aspectos de la vida que no correspondan únicamente a querer enmendarle la plana a cualquier tía que pone un estatus que ellos consideran incorrecto o enfrascarse en interminables debates de Facebook.

El amigo no opina, no dice esto pienso. Dice tú tienes que opinar esto o tienes que pensar aquello porque si no lo haces, eres parte del juego de la mafia. Debe haber personas que se asustan al ser llamados mafia y cambian su forma de pensar, aturdidos por los gritos y las imputaciones. Algunos otros nos quedamos callados frente a la beligerancia y seguimos con nuestra línea de pensamiento sin pelear ni insultar ni escribir horrorosos posts sobre la vida del resto, porque el resto quizás tiene la razón.

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