MADRE DESFIGURADA PIDE AYUDA

Triste es la vida de una huaurina que a sus 44 años tiene que vivir día a día con el señalamiento, la burla y el qué dirán por una terrible enfermedad que no la carcome tanto como la indiferencia de la población y de nuestras autoridades. Hasta ha pensado en no salir más de su casa pero tiene que ir a la chacra para traer algo de comer a sus 8 hijos.

La falda del Cerro El Carmen es el escenario donde transcurre su vida y nunca ha pasado por su mente llegar al precipicio que tiene al frente para desaparecer. Rosa Alfaro Castañeda es su nombre y nos cuenta su historia. “Yo llevo así desde que tengo 5 años cuando a mi mamá la engañaron con una medicina para que tomara por una enfermedad. Me da vergüenza salir a la calle y que la gente me quede mirando”, nos menciona.

Seguidamente nos dice “no sé cómo se llama esta enfermedad que tengo -señalando su rostro y conteniendo las lágrimas- pero yo quisiera que me operen. Esa medicina para vaca –que le dieron a tomar cuando era niña- ha hecho que mis muelas crezcan desfigurando mi cara, no tengo dolor pero no quiero estar así, quiero que me ayude”, manifestó haciendo puños con sus manos.

El caso de la señora Rosa es complejo que sólo la medicina actual puede ayudarla. Su dentadura ha desfigurado su rostro y con los años puede poner en peligro su vida afectando algún órgano importante. Son 8 hijos: Serafina (23), Ana (18), Lágrimas (16), Maruja (15), Lorenzo (10), Betty (9) y Elizabeth (6) Alvarado Alfaro; y Edgar Pérez Alfaro (21) que está recluido en el penal de Carquin.

Lágrimas Azucena, que tiene un hijo de 7 meses, también hizo un llamado para su mamá. “Siento pena y quiero que le apoyen porque ella siente vergüenza y la gente también se burla. Su cara se desfigura y quiero que la lleven a un doctor y la operen. Una vez fuimos al hospital y cuando la llevaban en la ambulancia una enfermera nos dijo mejor le ponemos una inyección y dejamos que se muera”, nos contó muy triste.

En su casa viven como pueden, duermen entre trapos y costales que han acondicionado, su cocina es un par de ladrillos acompañados de ollas negras, sucias y rotas. Esperemos que las autoridades locales, provinciales o regionales apoyen a esta familia porque a ellos la indiferencia los está consumiendo y hundiendo en un hoyo oscuro y profundo.

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