NO TE LA CREAS PPK

Tú no has llegado al gobierno por tener una gran campaña política, ni porque los peruanos confíen en tus ideas. No has llegado por tener un partido distinto, ni por estar más cerca del pueblo.

Es cierto, Pedro Pablo Kuczynski es ya nuestro electo presidente. Es cierto, PPK superó a la candidata más dura de las elecciones que consiguió, en cinco años, consolidar un partido que hoy tiene mayoría absoluta en el Congreso. Que ha sido construido sobre la idea de su padre, pero que trabajó para llevar a 72 de sus miembros al Congreso. Es cierto, ha ganado un candidato que tiene un excelente equipo, que incluye a Martín Vizcarra, para muchos un vicepresidente de lujo.

Es cierto también que PPK ha tenido una remontada histórica y que es, definitivamente, el candidato con más experiencia para gobernar, aunque claro que en cuestión de experiencia con más de 77 años encima y con Keiko Fujimori de rival la valla no es difícil de superar. Sin embargo, es cierto también que PPK ha superado a Keiko Fujimori por decimales. Es cierto también que PPK pasó a segunda vuelta venciendo apenas por poco a la candidata de izquierda Verónika Mendoza.

No sólo eso. Sino que la verdad es que la victoria de PPK en esta segunda vuelta es prestada. Es prestada porque, aunque consiguió los votos necesarios para vencer, lo hizo vendiéndose como la opción democrática frente a volver a una posible dictadura fujimorista. No vendió como Pedro Pablo Kuczynski, el candidato con las mejores propuestas, con el mejor equipo. Vendió el No a Keiko, el no a la corrupción y no al narcoestado.

PPK pasó con personeros prestados de otros partidos y, aún así, no alcanzó para superar a los personeros del fujimorismo. PPK pasó con el apoyo de la izquierda, de Verónika Mendoza, de Susansa Villarán y personas que no apoyan sus propuestas. De hecho, PPK ni siquiera tiene mayoría en el Congreso, ni tampoco tiene la segunda bancada más grande. Peruanos por el Kambio es la tercera bancada del Congreso, detrás de Fuerza Popular y del Frente Amplio de Verónika Mendoza.

POR: RENAN ORTEGA

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