Romina consiguió que uno de sus clientes le preste el celular y se comunicó con su padre. Ello luego de pasar por al menos un par de burdeles donde ejerció la prostitución. Tras conocer la ubicación de su hija, Mario Gamarra emprendió un largo viaje en el que tuvo que burlar a los policías, pues sospechaba que ellos reciben coimas de delincuentes que se dedican a la trata de personas.
Según ha revelado la joven, mientras estuvo secuestrada vio a varios policías que pasaban a cobrar comisión y hasta identificó a un político. Sus declaraciones ya forman parte de las investigaciones que realiza la Fiscalía argentina.
Romina logró escapar con una amiga, a quien Mario Gamarra también ayudó. Sin embargo, esta otra joven ha vuelto a desaparecer.
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