El año del frenazo, la corrupción y la inseguridad


Si hubiera que ponerle al 2014 un título que resuma en pocas palabras la gestión del gobierno nacionalista en el año que termina, sin duda alguna sería: “El año del frenazo, la corrupción y la inseguridad”, pues fueron los hechos más gravitantes. Es cierto que también hubo cosas positivas, como el fallo de la Corte Internacional de La Haya favorable al Perú ante Chile, y la reforma meritocrática de la Educación, retomada por el ministro Jaime Saavedra, pero no alcanzan para marcar la diferencia.

El frenazo del crecimiento económico -el más importante éxito alcanzado por nuestro país en las últimas décadas- es consecuencia de la impregnación en el Estado de los prejuicios ideológicos anti-empresa promovidos desde lo más alto del poder. Esta es una responsabilidad del presidente Ollanta Humala, compartida con algunos ministros, en particular el del Ambiente.

El sesgo anti-empresa licuó la confianza en los mercados y ocasionó el consiguiente repliegue de las inversiones. Si en el quinquenio pasado alcanzamos una tasa de inversión privada anual de dos dígitos, en el 2014 aquella se redujo a cero. Hemos llegado a un punto en que la economía crece por el impulso de los grandes proyectos dejados por los anteriores gobiernos y por la dinámica de los mercados emergentes.

Lamentablemente, todo indica que así continuaremos hasta el 2016 pues el gobierno no da señales que permitan vislumbrar un cambio positivo en el corto plazo. La ambigüedad en el discurso político y la falta de liderazgo mantienen viva la desconfianza en los mercados.

La corrupción ha acelerado el desgaste de un gobierno que, igual que el de Alejandro Toledo, llegó al poder enarbolando las banderas de la moralidad. Los errores al enfrentar los casos de corrupción que le salpican están dejando en la ciudadanía la percepción de que, al igual que Toledo, Humala también sería un fiasco al respecto.

La imagen anti-corrupción del gobierno se ha hecho añicos por negarse a colaborar con las investigaciones del Congreso sobre los casos López Meneses,Martín Belaúnde, Ecoteva, Alexis Humala, Andahuasi, José León, entre otros; por haber atacado a las comisiones investigadoras parlamentarias, y por haber encarpetado los informes finales de los casos Ecoteva y Alexis.

La inseguridad parece haber descendido en materia de percepción, gracias a la labor cotidiana del ministro Daniel Urresti en el frente policial, pero las cifras frías nos dicen que al menos una persona es asesinada cada día por sicarios y que el ritmo de asaltos y robos a mano armado tampoco retrocede. Por ejemplo, la bodega de un pequeño empresario del Cono Norte ha sido asaltada 18 veces y no se ha esclarecido ninguno de los asaltos. La protección no funciona.

La última encuesta de Ipsos sobre la criminalidad (noviembre) señala que la mayor preocupación ciudadana al respecto es el crecimiento del crimen organizado (48%) y del sicariato (52%). Además la inseguridad es la principal razón por la que la mayoría de los ciudadanos desaprueba la gestión del presidente Humala (67%).

Pero todo no puede ser malo. El fallo de La Haya favorable al Perú en el diferendo marítimo con Chile, gracias a la decisión del presidente Humala de mantener el equipo que inició el proceso; el retorno de la reforma de la educación en base a la meritocracia, y el primer paso hacia una reforma laboral con la ley del Régimen Laboral Juvenil, son sin duda hechos positivos.

El balance entonces es negativo para el país, lamentablemente. Esperemos que el empeño que ha puesto el Ejecutivo en sacar adelante la reforma laboral impregne lo que queda de la gestión Humala. Por el bien del país y del propio gobierno.

Por Víctor Robles Sosa

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